Este
paraje natural toledano se sitúa en las laderas del embalse de Castrejón,
formado por el agua represada del río Tajo a su paso por tierras esteparias de
la provincia de la ciudad imperial. Se trata de un paisaje muy singular que se
puede ver desde kilómetros de distancia dadas sus grandes dimensiones y
espectaculares colores y formas. Este maravilloso lugar está declarado
como Monumento Natural desde 2010 y se encuentra protegido y denominado como ZEPA
y LIC dentro del programa Red Natura 2000.
Las
Cárcavas de Castrejon como son también conocidas, son formaciones geológicas sedimentarias
de millones de años de antigüedad moldeadas por el viento y el agua, con forma
de largos socavones en los que se aprecian las marcas del paso y el discurrir
del agua, son típicas de suelos arcillosos de escasa vegetación. Se encuentran
situadas en la parte norte del embalse de Castrejón con desniveles de hasta 100
metros de altura, resulta un paisaje espectacular cuando asoma la luz de los
crepúsculos resaltando los tonos de luz anaranjados y rojos de estos
conglomerados arcillosos legendarios y únicos que la han llevado a
comparaciones incluso con el mismísimo cañón del colorado. Las lindes que
rodean el conjunto paisajístico formadas por olivares, viñas y campos de cereal
otorgan todavía más valor a esta impresionante estampa.
Este
entorno natural destaca por la avifauna que la habita, entre ellos por su
importancia ecológica sobresalen especies como el aguilucho lagunero o el
mítico halcón peregrino, aunque también tienen importancia diferentes tipos de
aves relacionadas con el medio acuático como el pato cuchara, la focha, la
garza real, el martinete o la gallineta. Rapaces como el búho real, el buitre
negro o el águila imperial aunque no son habituales también aparecen por las
inmediaciones de este paraje. Otras especies como la perdiz, el sisón y la
avutarda o mamíferos como el gato montés, la garduña y la liebre merodean y
habitan la cercana estepa cerealista que rodea las Cárcavas y acuden
frecuentemente a refrescarse y beber de las aguas del embalse. Un bosque de
ribera con sauces, carrizos y eneas entre otras especies acompaña al rio tajo durante
su camino, en las inmediaciones del embalse espadañas, tarays y arbustos como
el tomillo, romero o las retamas son muy abundantes; las pequeñas islas que se
forman en el interior del embalse son lugares perfectos para las
nidificaciones, evitan la erosión y resaltan en el paisaje fracturando la
monotonía de la lámina de agua. El estado de conservación general no es del
todo satisfactorio, ya que durante los últimos años se ha producido un
deterioro constante debido a la masificación y a una excesiva aparición en los
medios que le han dado una “peligrosa” publicidad que se podría llevar a debate.
Además, la ampliación de la pista de acceso hasta los mismísimos miradores u
otro tramo que termina al pie de las mismísimas cárcavas no han ayudado a su
conservación.
Para
acceder habrá que dirigirse a la parte norte del embalse donde está habilitada
una amplia pista forestal a la cual se puede acceder en coche y disfrutar de
diferentes áreas recreativas, una senda ecológica y miradores bien equipados
como el de los enebros o el del Cambrón. Se accede desde la carretera que une
La Puebla de Montalban con Toledo (CM-4000). El salto del tajo y la presa del
embalse ofrecen una panorámica diferente digna de apreciar ya que se puede ver
otra perspectiva de nuestras formaciones arcillosas protagonistas. EL cercano
castillo de Guadamur o la imperial ciudad de Toledo están en las cercanías de
este magnífico entorno natural.
JOSE ANGEL MACHO BARRAGUES. INGENIERO AGRONOMO. 2017
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