31 de julio de 2017

LA LAGUNA DE UÑA

Ubicada en plena serranía de Cuenca, está espectacular laguna destaca por su integración con el paisaje, los riscos que la rodean y el municipio serrano que le da su nombre. En este espectacular entorno de leyenda con una superficie de unas 15 Ha y a más de 1.000 m de altitud se dan una serie de condiciones idóneas para la proliferación de una fauna y flora muy singular.

Se trata de una balsa de agua alimentada por el arroyo del Rincón y en ocasiones cuando es necesario, a través de un canal procedente del cercano embalse de la Toba. Se formó a partir de un dique natural de origen tobáceo que comenzó a retener el agua, aunque más tarde se decidió acertadamente, ampliar la longitud de este dique artificialmente e incrementar la superficie de este espacio lagunar con el fin de poder alimentar la piscifactoría de uña, la Escuela regional de Pesca y ecología fluvial y la central eléctrica de Villalba de la Sierra.

Su singularidad radica en los cerros que rodean la laguna, una mole de roca cálcica con tonos ocres y oscuros con numerosas oquedades que fractura la textura del paisaje, ideal refugio de aves rapaces, se puede recorrer con la famosa ruta conocida como “del escalerón a la raya”, 9 kilómetros vertiginosos con saltos al vacío de hasta 300 metros de desnivel y que tiene su culmen en la histriónica senda de la raya en su parte final, solo apta para los más osados senderistas. La geología en este paisaje tiene una gran peculiaridad muy común a otras zonas del Parque Natural de la Serrania de Cuenca y el cercano Alto Tajo. Las rocas calizas y las dolomías están muy presentes en todos los estratos, ambas se encuentran compuestas mayoritariamente por carbonato cálcico, material que se disuelve muy fácilmente con el agua, dejando formas y esculturas naturales espectaculares que siguen además en constante actividad. Este paisaje con mayúsculas resulta asombroso al atardecer cuando los rayos del sol en sus diferentes tonalidades iluminan y reflejan la laguna y los riscos que la rodean creando momentos mágicos en los que la leyenda se convierte por momentos en realidad.

Las espadañas, el carrizo y en menor medida los juncos rodean de forma natural el perímetro de la laguna sirviendo de cobijo para las numerosas ánades que pueblan la laguna, existen diferentes accesos en forma de pasarela de madera para acceder a la laguna perfectamente integrados con el entorno. Durante gran parte del año resulta muy común poder observar diferentes especies de aves acuáticas como el pato cuchara, la cerceta común, la focha o la Gallineta. Especies como el ciervo o el jabalí suelen merodear con sigilo durante la noche las proximidades de la laguna. La Carpa, el percasol o el gobio invaden el ecosistema fluvial desplazando a la trucha común, el barbo y la singular Loina, especie endémica de la cuenca del Júcar que se encuentra en peligro de extinción. En los riscos, tanto el buitre leonado como el negro anidan con frecuencia y es fácil contemplar sus vuelos durante las puestas de sol.

La Serranía de Cuenca es una zona espectacular de incalculable valor natural que invita a descubrir los diferentes lugares que la conforman. La afamada ciudad encantada, los callejones de Las Majadas, El nacimiento del rio Cuervo o El Ventano del Diablo son algunos de los espectaculares entornos naturales que ofrece esta tierra modelada por el agua. La cortesía de sus gentes y una cocina tradicional basada en la carne de caza incrementa los valores de este singular espacio natural. 


TEXTO Y FOTOS: JOSE ANGEL MACHO BARRAGUES. INGENIERO AGRONOMO.

16 de julio de 2017

LANZAROTE, Un paisaje  modelado por el viento, los volcanes y sus campesinos


La cuarta isla en superficie del archipiélago canario es el territorio donde se aprecia una mayor influencia de la actividad volcánica que dio origen a este magnífico conjunto de islas. Catalogada como reserva de la Biosfera desde 1993 por la Unesco, la frenética actividad que llevó a cabo el artista Cesar Manrique moldeó un paisaje en el que la arquitectura está plenamente integrada con la naturaleza. Los majos, pueblo norteafricano de origen bereber, poblaron este territorio desde el año 500 a.c. hasta el siglo XV en que fue conquistado por las tropas enviadas por el rey Enrique III de Castilla, pasando a ser un señorío feudal, época en la que sufrió un constante asedio por la piratería dado su aislamiento y longitud de sus costas.

En gran parte de su territorio predomina un paisaje lunar silencioso de origen volcánico con ciertos matices que la otorgan una singularidad única. El influjo de los campesinos ha tenido desde tiempos remotos una aportación paisajística muy importante, todavía presente en la actualidad, tiene su máximo esplendor en la zona de La Geria, donde se suceden terrenos fértiles inundados de ceniza en los que se han plantado viñedos de uva Malvasia excavando en el terreno hoyos de unos 20 cm de profundidad y protegiendo las cepas del fuerte viento con unos muretes semicirculares de piedra característicos. El vulcanismo encuentra su máxima expresión en el Parque Nacional de Timanfaya y en el Parque Natural de los Volcanes, paisaje puramente dominado por cráteres, cenizas, montañas de fuego y lava solidificada donde el tiempo parece haberse estancado y apenas hay señales de vida en una tierra árida y desértica. La isla en sí está aderezada por una flora muy escasa adaptada a la escasa lluvia, donde destaca la Tabaiba dulce y las más de 200 especies de líquenes que se han ido adosando a la roca volcanica, también existen aunque son escasos, representantes arbóreos, sobretodo en el valle de las mil palmeras en la localidad de Haria. En el jardín del cactus se pueden contemplar cientos de especies aunque su gran mayoría son exóticas. La fauna queda reducida a diferentes aves como el guincho canario o la abubilla, pequeños roedores, el simpático perequén y el emblemático y único en el mundo cangrejo ciego de Los Jameos.
El tríptico de El Mirador del río, desde donde se puede ver una impresionante panorámica del archipiélago chínijo con la isla de la graciosa a la cabeza; la cueva de los verdes y los jameos del agua, ambas excavaciones naturales en un largo túnel de lava hueco son ejemplos de una naturaleza integrada única que ofrece este paraíso canario. La playa y los riscos de Famara, las playas de Papagayo en el entorno natural de los ajaches, las salinas de janubio, los hervideros o la laguna de los clicos en el golfo son otros entornos naturales dignos de visitar. Pueblos como Teguise o Yaiza todavía conservan gran parte de su autenticidad e invitan a perderse en sus calles para disfrutar de sus diferentes salsas de mojo o descubrir su artesanía basada en el olivino, piedra verde preciosa tallada de origen volcánico.
La influencia del creador Cesar Manrique y su insistencia en la conservación de la naturaleza frente al turismo se tradujo en un sinfín de obras dispersas por toda la isla como sus famosos juguetes del viento dispuestos en diferentes localizaciones, esculturas como el demonio del Timanfaya o su casa-museo en la localidad de Haria. Este lanzaroteño universal ha dejado como herencia una isla en la que todavía perduran sus casas encaladas de color blanco adornadas con marcos de color azul y verde que han resistido a la creación de grandes complejos hoteleros que podrían destruir el entorno natural. Lanzarote resulta ideal para alquilar un vehículo y recorrer sus carreteras y caminos para perderse en un sinfín de pueblos y paisajes, practicar deportes al aire libre como el kayak, el surf  o disfrutar del famoso ironman, triatlón de larga distancia de fama internacional. impregnarse de aromas que van del fresco aloe vera al intenso de las cenizas solidificadas, destacan por encima de todo su gran valor natural y el sentido común que ha perdurado en este espectacular enclave invitando a un continuo descubrimiento.

José Ángel Macho Barragués. Ingeniero Agrónomo.