9 de agosto de 2016

Paisajes de foto: El Mirador del Tajo



Desde su nacimiento, en los Montes Universales, el río Tajo baja violentamente encauzado por cortados y cantiles abriéndose paso por tierras de Teruel y Cuenca hasta llegar a la provincia de Guadalajara, punto donde nos encontramos, concretamente en El Mirador del Tajo en la localidad de Zaorejas, circunscrita a la comarca del señorío de Molina-Alto Tajo. En estas tierras, en vez de calmarse, los numerosos afluentes que vierten sus aguas en él y la naturaleza caliza del terreno crean un paisaje espectacular que activa aún más su furia. Este violento descenso crea saltos, cascadas, pozas y torrentes en los que el sonido del agua envuelve al paisaje, porque el agua es sinónimo de vida en este terreno tan hostil. Para hacerse una idea de la magnitud de los caudales que transitan el Alto Tajo solo hay que fijarse en el gran caudal que se llegó a represar en el llamado mar de castilla con los embalses de Entrepeñas y Buendia, antes de ser esquilmado por cierto.

                                     
                                          Vista Oeste. Hacia el punete de San Pedro.

Es en el Parque Natural del Alto Tajo, donde a lo largo de los años el curso fluvial del río de mayor longitud de la península ha ido encajonándose creando un paisaje de cortados, cañones, barrancos, hoces, cuevas y simas en el cual domina principalmente la roca caliza, las margas y los yesos. Desde este fantástico Mirador de el Tajo, se aprecia en la parte superior el páramo, tierras altas llanas y pobres en recursos que quedan aisladas por la creación de barrancos y cañones, su vegetación se reduce a las especies rupícolas que habitan sus paredes verticales y en la llanura de la paramera diferentes especies aisladas de sabinas. A partir de aquí la vegetación se reparte en dos estratos, un primer nivel en el que son abundantes las especies mesófilas, adaptadas al microclima que se crea en los barrancos entre las que destacan tilos, avellanos, boj, abedules y acebos junto a masas de pinos de diferentes especies repoblados, es aquí donde encuentran cobijo un gran numero de especies de mustélidos como la garduña, la gineta o el tejón y de herbívoros como el ciervo y el corzo. Más abajo, se manifiesta siempre acompañando al río, el bosque de ribera con chopos, abedules y sauces como agentes principales. Este agua tornasolada de azul turquesa alberga una de las escasas poblaciones de trucha común y nutria que aun quedan en España, indicadores de la pureza y escasa contaminación de este entorno.  Hacia el Oeste el cauce llega al puente de San Pedro, playa fluvial de aguas transparentes donde el río Gallo rinde pleitesía al gran Tajo, antes se puede apreciar una figura geológica característica de esta región, el edificio tobáceo de El Campillo, se trata de un conjunto de terrazas horizontales en forma escalonada creadas por depósitos de cal que afloran a través de los numerosos manantiales que hay en la zona. Hacía el Este grandes paredes escavadas por el continuo serpenteo del curso fluvial durante cientos de años que encuentra únicamente oposición en las roca caliza, creando estos fabulosos cortados grisáceos, territorio de las aves rapaces como el buitre, alimoche, águila o azor y que son dignos de película de ciencia ficción.

                                    
                                                        Vista Este. Hacia Peñalén.

En esta extensa región de pinares donde confluyen el río, la explotación forestal y el hombre; los recursos son muy limitados, lo que ha llevado a la despoblación masiva de sus pueblos, no en vano se trata de una de las zonas más despobladas de Europa, comparada incluso con Laponia. Tierra de Gancheros, héroes que transportaban a través del Tajo los troncos de árboles talados hasta las fábricas de madera de Aranjuez y Toledo, esconde en sus inmediaciones numerosos espacios naturales y senderos para recorrer y disfrutar. Se trata de un lugar ideal para practicar deportes en la naturaleza como kayak, ciclismo o senderismo ya que existen lugares habilitados para uso y disfrute de los amantes del deporte al aire libre.

José Ángel Macho Barragués. Ingeniero Agrónomo
Joseangel.macho@hotmail.com
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3 de agosto de 2016

Paisajes de foto: El arrecife de las sirenas

Este lugar está enclavado en el Parque Natural de Cabo de gata, fue bautizado así por los marineros de la zona allá por principios del siglo XX cuando se asentaba una colonia de foca monje en sus inmediaciones, las comparaban con sirenas cuando estos fascinantes mamíferos se recostaban en su superficie y les daban la bienvenida con sus cálidos sonidos. Esta historia recuerda a La Odisea de Homero, aunque existen más símiles como los acantilados, el trafico marítimo constante debido a la gran exportación de minerales, los cuales eran cargados a través del muelle del que todavía hoy quedan vestigios, y por último los obstáculos  en forma de moles minerales que se encontraban estas naves al pasar por la zona, la existencia de pecios como el vapor da fe de ello.

 

En cuanto al análisis del paisaje y el entorno, el factor principal son las chimeneas basálticas de origen volcánico que emergen del océano de formas irregulares y que otorgan ese tono oscuro que contrasta con el azul del cielo y el mar. Las salidas y puestas de sol son increíbles con los reflejos en el agua turquesa que nos brinda el cabo de gata gracias, en parte, a la oxigenación que proporciona la Poseidonia oceanica, planta fanerogama endémica del mediterráneo. Estas crestas gigantes de formas caprichosas que tomaron las cenizas y la lava cuando se enfriaron después una erupción volcánica llevan guardando este lugar mágico durante miles de años. En torno a ellas, hacia el norte y hacia el sur acantilados y montañas interminables también de origen volcánico bordean todo el litoral. En el fondo del mar que rodea estas formaciones se alberga una gran biodiversidad marina, praderas de poseidonia, meros, estrellas y caballitos de mar son algunos ejemplos; en el cielo gaviotas y cormoranes surcan y se posan esperando el despiste de alguna presa. Las olas chocan violentamente contra los cantiles, la resaca espumosa de diluye hacia el fondo de esta reserva marina cuna de buceadores, geólogos y científicos que buscan la luz que dió origen a este paisaje. La magia y el embrujo instan a amarrarse a sus raíces como Ulises a su barco para no sucumbir al encanto de las sirenas en la mencionada Odisea y en este caso disfrutar del graznido de las gaviotas, el bufido del viento de poniente, el rugir de las olas, en fin, abrir los ojos y contemplar este lugar como si nos hubiéramos trasladado a una isla perdida de la antigua mitología griega.

No obstante, se trata de un lugar de peregrinaje de turistas algo masificado debido a su espectacularidad, además de que en muy pequeño espacio se puede disfrutar del mirador de las Sirenas, el faro de Cabo de Gata, la playa de Las salinas y el propio humedal contiguo a esta. Además se le considera la puerta del Parque Natural de Cabo de Gata-Nijar, debido a que es lo primero que vemos cuando llegamos desde Almería en dirección al Parque.



JOSE ANGEL MACHO BARRAGUES. INGENIERO AGRONOMO
Joseangel.macho@hotmail.com