21 de diciembre de 2012

VALLE DE LAS BATUECAS

“Buscando mis amores iré por esos montes y riberas; ni cogeré las flores ni temeré las fieras, y pasaré los fuertes y fronteras” San Juan de La cruz; advierte una placa a la entrada del Valle ofreciendo una primera impresión de lo que nos vamos a encontrar. Emplazado en el límite que separa las provincias de Salamanca y Cáceres; junto a las poblaciones de La Alberca y Ladrillar, formando parte del Parque Natural de Las Batuecas- Sierra de Francia emerge este bello y misterioso fenómeno de la naturaleza. Se trata de un espacio con un gran valor natural, histórico, faunístico y por supuesto paisajístico. Escritores de la talla de Lope de Vega o Larra contribuyeron a la divulgación literaria de este enclave único y aislado, forjando una perspectiva misteriosa y enigmática de la comarca, acompañada de innumerables leyendas y supersticiones.

Saliendo de La Alberca dirección Las Mestas se presenta el Valle de Las Batuecas, cuya entrada está presidida por la fachada principal del Convento del Desierto Carmelitano de San José; la ruta principal avanza bordeando el río Batuecas en su inicio y el arroyo del chorro en su tramo final. El recorrido está salpicado por distintas rutas alternativas que invitan al viajero a perderse en el interior del Valle sintiéndose escoltado en todo momento por el sonido del agua y el canto de las aves (Z.E.P.A.). Dentro de este itinerario se pueden apreciar numerosas pinturas rupestres y antiguas ermitas construidas por los primeros frailes que habitaron el Valle. En cuanto a la vegetación existente, dependiendo de la altitud, el Valle está salpicado por una mezcla de especies mediterráneas y atlánticas a las que habría que unir las propias plantadas a mano por los clérigos. Encinas, alcornoques, quejigos, abedules, castaños, serbales, pinos, madroños, brezos, enebros, jaras, rosales silvestres, durillos, castaños, lentiscos, acebos y helechos, entre otras muchas especies, componen este fantástico paraje. Además, durante el trayecto se puede disfrutar de inconfundibles y magistrales ejemplares de tejos, eucaliptos y cipreses centenarios. Esta mezcla de especies hace del Valle un verdadero jardín botánico natural. A lo largo de la ruta es fácil encontrarse con la compañía de cabras montesas, buitres y numerosas especies de anfibios; más difícil aunque no utópico es tropezarse con algún ejemplar de águila real, garduña, nutria o  cualquiera de las otras 213 especies de vertebrados catalogadas en el Valle. En la parte final de la ruta emerge el chorro de Las Batuecas, salto de agua majestuoso que invita a no abandonar el Valle.

Que decir del valor paisajístico de este inhóspito rincón. Como si de una película de dibujos o un cuento de hadas se tratara, el Valle incita a profundizar en él ofreciendo cobijo al peregrino. Los contrastes existentes entre las zonas de ribera y las zonas altas tienen un gran interés ya que dotan al Valle de un valor exuberante y sobrenatural, desde las alturas se adivina el curso del río gracias a sus compañeros de viaje, los álamos; la erosión que ha ido realizando el río con el paso del tiempo no pasa desapercibida para el caminante. Dejando el curso del río a un lado, a medida que va aumentando la altitud,  el bosque de ribera desaparece en favor de una vegetación típicamente mediterránea. En las zonas más altas del Valle, surgen numerosos abrigos rocosos aderezados por distintas especies adaptadas a temperaturas más bajas. Cursos de agua, puentes, cantos, hitos, carboneras y afloramientos rocosos otorgan un carácter misterioso e íntimo al paisaje; asimismo, invita a perderse en su interior y vivir por momentos la vida de los primeros hombres que se establecieron en el Valle; cuyos vestigios aún perduran en forma de pinturas rupestres adornando distintos abrigos y enclaves. Sin duda el otoño y la primavera son las mejores épocas para visitar el Valle, ya que su naturaleza y su encanto se encuentran en su máximo esplendor.

Es por todo ello, que merece la pena una visita a este enclave, que a su vez está rodeado de otros lugares fantásticos, como pueden ser: La Alberca, conjunto arquitectónico que conserva numerosas casas elaboradas a base de madera, barro y piedra. Presidida por su majestuosa plaza central, se trata del primer municipio español que alcanzó la distinción de Monumento Histórico-Artístico. Por su cercanía e infraestructuras es un lugar propicio para alojarse si se pretende visitar el Valle. Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia, lugar de visita obligada con un gran valor religioso a lo que hay que unir sus esplendorosas vistas desde sus distintos miradores. Mogarraz con su museo etnológico y su trazado urbano característico.

* Para poder ampliar información sobre El Valle de Las Batuecas se pueden consultar los siguientes enlaces:


José Ángel Macho Barragués
Ingeniero Agrónomo-Paisajista




 

6 de diciembre de 2012

SOTO DE VIÑUELAS

Feudalismo, vías pecuarias, dehesas, rebaños, pastores, setas, además de muchísimas sorpresas se pueden encontrar los visitantes a escasos 20 km. del centro de Madrid, concretamente en la población de Tres Cantos, junto al Parque del Este, siguiendo la señalización pertinente se llega a este fabuloso enclave de la Comunidad de Madrid. Integrado en el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares desde 1985; este paraje natural alberga un gran interés histórico y paisajístico en su interior que invita a visitarlo y disfrutarlo.

La única forma de recorrer libremente este paraje es transitar el camino que transcurre paralelamente alrededor de la muralla que delimita la finca privada del Soto de Viñuelas, en cuyo interior se encuentra una espectacular obra arquitectónica, “El castillo de viñuelas”, residencia de numerosos reyes españoles, y que en la actualidad es explotada de forma privada para dar banquetes y como no, como coto de caza. La ruta por la que se puede bordear la finca, coincide en numerosos tramos con el canal alto, canal bajo y la vía pecuaria que une el Soto de viñuelas con el Cerro de San Pedro.

Los sotos son zonas de bosque de ribera, formados por vegetación que crece alrededor de zonas húmedas, ríos o arroyos; en este caso el arroyo del Bodonal es la corriente fluvial que atraviesa este espacio natural, en cuyos márgenes crecen hileras de fresnos sobre materiales geológicos de carácter arenoso (arcosas principalmente) originadas por la descomposición de los materiales graníticos que abundan en la sierra madrileña; rescoldos del pasado si se atiende al caudal de los arroyos y el tamaño de los árboles que los acompañan,  a pasar de ello este lugar muestra un encanto especial que magnifica sus visitas. En cuanto al relieve, la mayor parte del terreno se encuentra al mismo nivel, destacando siempre en el horizonte, como si se tratase de un vigilante, el Cerro de San Pedro. Respecto a la vegetación, destacan las grandes zonas adehesadas junto a las fresnedas que acompañan los arroyos que atraviesan este enclave; de las cuales habría que destacar los pies de fresnos descabezados que se encuentran en el extremo Norte de la finca, todos ellos explotados como alimento para el ganado y biomasa para obtener calor. Pequeñas praderas y zonas de pastos se alternan en la espesura junto con grandes zonas en las que asoman los cardos corredores acompañados de numerosas gramíneas. Quejigos, jaras y enebros completan la flora de este fantástico lugar. Además, durante el otoño este lugar se convierte en un verdadero vivero para los amantes de las setas, ya que en esta estación son numerosas las diferentes especies que proliferan en este lugar, entre las que destacarían la senderuela, setas de pie azul y las aclamadas setas de cardo.

Entre la fauna, destacan las numerosas aves que habitan las zonas de dehesas mediterráneas como la urraca, el zorzal, verdecillo, carbonero o el mochuelo, aunque cabría destacar la presencia de la imponente Águila imperial ibérica en este paraje, una de las mayores rapaces que habitan la península, cuya presencia en nuestro país cada vez es más escasa. Son abundantes las especies cinegéticas que se pueden observar a través de los muros que delimitan la finca: gamos, jabalí, ciervos, perdices, conejos, zorros y ginetas. No podrían ser menos, por su importancia y resistencia, en estos tiempos modernos, la presencia de ganado vacuno y ovino en estos lares.

JOSE ANGEL MACHO BARRAGUES, INGENIERO AGRÓNOMO